Cultura y individuo (segunda parte)

Desde otro punto de vista, la cultura es un proceso histórico donde la construcción de nuestra civilización, de nuestro conocimiento, de las habilidades que poseemos, se lleva a cabo a lo largo del tiempo con un progreso que crece en velocidad y expansión. Es como en la construcción de una gran catedral en la cual están aquellos que construyen la fachada con sus ornamentos y los que ponen los cimientos , sin los cuales no hay fachada posible. En resumen, hoy en día gracias a las teorías sistémicas, que están tan de moda, podemos entender la idea que cada conjunto es un sistema en el que no es posible considerar solo uno de los elementos del todo sin referirlo y relacionarlo con los otros elementos. Cada individuo de un todo está condicionado y condiciona a los otros individuos del todo. Si esto es cierto para la familia, también es cierto para toda la humanidad, dentro de la cual Einstein o el abusado Caravaggio son tales porque hay una humanidad y un pasado que los determina y les permite ser lo que son. .

El pasado, es decir, la suma de los conocimientos y experiencias que tuvieron lugar antes que nosotros es fundamental. Esta es la razón por la cual el lenguaje que permite la transmisión de la cultura es esencial. A menudo, el “pecado” en el que incurrimos tiene que ver con el reclamo de comenzar de cero, como si nada hubiera pasado antes y negar que, si somos como somos, como humanidad, y si soy como soy, como individuo, es porque hay un pasado de miles de millones de personas como yo que me determinan; y por lo tanto es apropiado que considere esos conocimientos previos y experiencias para continuar la construcción de la catedral. A menudo, la psicología, por ejemplo, pretende ignorar la filosofía de la que nació: sin Schopenhauer, Freud no existiría. Y si estas consideraciones “macrocósmicas” se aplican a nivel individual, podríamos entender fácilmente que nuestro pasado y todas las personas que nos han condicionado y aún nos condicionan son parte de mi presente y son la base sobre la cual podemos continuar construyendo nuestra vida, así como la humanidad, su cultura. En resumen, el reinicio o el descarte del pasado es una ingenuidad en la que las personas que no son muy creativas a menudo creen que pueden crear a partir de la nada. La nada es incapaz de ser la materia prima de una creación porque no es nada y solo puede ser absolutamente estéril. Es hermoso y emocionante, en cambio, continuar construyendo y embelleciendo la obra cuyo autor es toda la humanidad de la que formo parte y dentro de la cual soy igual, en mérito, con Einstein y Caravaggio. Sé que es difícil de aceptar esta idea, por el hecho de que estamos condicionados por ideas reductivas que tenemos de nosotros mismos, y sin embargo dentro de mi trabajo, mi familia, con respecto a los conocimientos y experiencias que he adquirido es fundamental que reconozca mi indispensabilidad y la relatividad absoluta del concepto de “importancia”.

Y puesto que en cada proceso hay un aguafiestas, en este caso los aguafiestas son aquellos que creen poseer la verdad ultima y definitiva; en otras palabras, aquellos que creen que han colocado la piedra final en la catedral. Para estos, todos los que siguen construyendo, son enemigos que amenazan y tratan de anular mi presuntuosa “verdad final”. Tales son las denominadas religiones reveladas: está absolutamente claro que si Dios mismo dictó los textos sagrados a algún amanuense anónimo, la construcción terminó hace mil años y lo único que queda es perseguir a los heréticos que continúan construyendo y pensando libremente: Giordano Bruno , Spinoza, Marx, los agnósticos, los homosexuales, los que comen carne de cerdo, los divorciados, y podría continuar la lista al menos con otras 30 páginas.

Y luego hay otra categoría de elemento perturbador que a menudo pasa desapercibida debido a la pequeñez de su alcance: los maestros psico-espirituales que, en su pequeño diseño de sus pequeñas religiones atraen seguidores con su carisma. No hablo del fenómeno criminal de las “sectas”, sino más bien de esas personas que, de buena o mala fe, creen en algo con honestidad intelectual o por razones comerciales o por ambas razones , y están convencidos que su visión sea la verdad última y que la catedral terminó con ellos. Así caen en la misma actitud que han adoptado las iglesias a lo largo de los siglos, quizás comunicando mas o menos lo mismo respecto a conceptos de fidelidad, la ortodoxia, la herejía, prohibicion de investigar o experimentar algo diferente a lo propuesto por el maestro, etc. A menudo, estas formas de intolerancia se expresan a través de expresiones de bondad y generosidad que no tienen nada inquisitorial, más bien parecen dictadas por el deseo profundo que el maestro “superior” tiene: la “salvación” de los discípulos.

Quizás muchos de estos maestros hayan puesto su piedra fundamental en la construcción y, si han participado en nuestra formación, corresponde un agradecimiento a su aporte en nuestras vidas, como hacia todos aquellos que han colaborado con el crecimiento del ser humano, durante milenios, hasta hoy. Podemos encontrar nuestro papel creativo en la vida, de hecho, solo si conocemos y reconocemos los antecedentes.. Pero luego el proceso creativo, como una magia, transmuta ese pasado, esos conocimientos, las enseñanzas que recibí, en algo nuevo y vital como un niño que, si bien se asemeje a los padres, pero es una nueva vida fresca y conmovedora.

Una metáfora de este proceso podría ser la del buen maestro (guía, maestro, terapeuta, etc.) que ayuda al otro a conocer, crecer, adquirir habilidades, reconociendo el momento en que la crisálida llega a convertirse en mariposa, y luego deje que el alumno se vaya, o mas bien, lo empuje hacia afuera como en el parto, para que pueda reconocer su propia función indispensable en el Todo, una función que ni siquiera el maestro conoce; en todo caso, podrá regocijarse luego como algo absolutamente impredecible.

Todas las enseñanzas serán “superadas” si miramos la historia con inteligencia. Sobre los cimientos del antiguo templo griego o romano nacerá una iglesia románica, y luego se transformará de nuevo, para ser cubierta con estuco barroco … ¡la historia continúa! No es el caso, en resumen, permanecer cariñosamente apegado a ese pequeño ladrillo que personalmente coloqué en la construcción. Soy toda la humanidad y toda la catedral me pertenece: ¡es mía! y me gusta cambiarla y embellecerla continuamente.