Una vez se decia “Estamos en manos de Dios”; pero hoy ya no se puede decir, hoy tenemos que decir que estamos en manos de la Técnica, o sea de la ciencia y la técnica. Pero dado que la Técnica se ha convertido en el nuevo Dios, entonces podemos quedarnos tranquilos, que siempre estamos en manos de algún Dios. El metafísico está confundido, desorientado, no sabe qué hacer y tal vez incluso está muerto (Nietzsche), entonces ha tomado el poder la ciencia y su técnica, así como desde hace cinquenta años venía diciendo el filósofo italiano Emanuele Severino. Por técnica se refería a todo el aparato científico técnico que organiza tanto el conocimiento como el mundo concreto: “La ciencia y la tecnología resolverán todos los problemas que hasta ahora han angustiado la existencia del hombre … En otras palabras, puedes ver el camino que la ciencia y la tecnología pueden crear en la tierra, después de una larga historia de horrores, hacia ese “paraíso” que el cristianismo y otras formas de religión ofrecen en el más allá ”
Y nosotros, buenos creyentes del nuevo Dios, respetamos sus mandamientos y esperamos sus milagros: primero de todo, evitar el dolor y alejar a la muerte para luego vivir cómodamente, llenos de pequeños placeres que nos ofrecen los objetos que compramos, consumimos y destruimos para comprar siempre nuevas maravillas de la tecnología.
Estamos todos seguros, desde hace mucho tiempo, de que no son los políticos sino los grandes grupos de presión económica, los grandes capitalistas, quienes mandan realmente. Pero, por desgracia, ya no es así; hoy estamos en manos de la Técnica sin la cual mueren el capitalismo y lo que queda del marxismo.
En este momento crítico para toda la humanidad, nuestra dependencia de la técnica aparece muy claramente, de aquellos científicos que, a cada hora del día, nos explican qué es esta pandemia, qué hacer y qué no hacer: en resumen, ahora ellos son los que gobiernan, y nuestros jefes de gobierno, nuestros ministros de salud nos aseguran que no son ellos quienes toman las decisiones, sino los comités científicos, o sea nos están diciendo que podemos fiarnos que las cosas están en manos de Dios, es decir, de la técnica que pronto nos va a liberar de esta nueva plaga con las vacunas apropiadas y pronto volveremos a obedecer a sus mandamientos. El primero de los cuales es el igual que el tradicional: “no tendrás otro Dios más allá de mí” y, por lo tanto, debemos silenciar y condenar a los que se atreven a pensar de manera diferente , incluso aquellos sacerdotes heréticos (científicos), que se apartan de los mandamientos divinos de la ciencia occidental. Pero luego está ese mandamiento que requiere que renunciemos a nuestra singularidad, nuestra creatividad, para ser parte de un mecanismo de producción que nos impone pertenecer a las categorías de productores / consumidores que responden a los inevitables principios de homologación. Si no me importa el nuevo smartphone o, en mi trabajo, no me adapto a las reglas de producción despersonalizadas, me vuelvo disfuncional en el aparato de producción / consumo que debe crecer cada vez más y necesita tecnologías cada vez más complejas que ni los políticos ni los capitalistas entenderán ni dominarán.
Si me necesitas imprescindiblemente y absolutamente … ¡eres mi esclavo! Como bien saben esos estúpidos amantes que se dejan dominar por su ser querido que a menudo se aprovecha de ellos.
Otro mandamiento es el que tenemos que tener fe en la tecno-ciencia. Si realmente no lo sabemos todo, si todavía tenemos problemas para resolver, en el futuro sabremos más y más y resolveremos cualquier problema que se interponga en nuestro camino, nuestra felicidad y el alejamiento de la muerte. Sobre todo, la ciencia nos tranquiliza a través de la previsibilidad de todo lo relacionado con eventos humanos, eventos planetarios y los del universo entero. En resumen, uno debe tener fe y renunciar a esa sugerente y fascinante idea del misterio, lo inconocible e impredecible que debería ser el tema central de las religiones y la espiritualidad. Esa impotencia reconocida por los antiguos griegos a la humanidad frente al “Fato” (destino), esa gran realidad del Ser, que está por encima de cualquier Dios, está apropiadamente confinada y relegada al rango de superstición de los pueblos antiguos y sin cultura científica, que es la única que realmente puede conocer el mundo y a nosotros mismos. Las columnas de Hércules del conocimiento humano, que el Ulises de Dante quería superar, y por esta razón es enviado al infierno, ahora son arrogantemente pasadas, de Galileo en adelante.
Hay muchos otros “mandamientos” del nuevo Dios sobre los cuales podemos reflexionar (Nota 2)y quizás preguntarnos si elegimos libremente esos mandamientos. La tecnología también se aplica a nivel psicológico / científico para que parezca que queremos lo que realmente se nos impone. Adorno y, en cierta medida, Pasolini, lo sugirieron hace muchos años: la inducción de la necesidad de comprar un producto del que podríamos prescindir fácilmente pero que se presenta como necesario para nuestro bienestar, para nuestra felicidad. La tecnología sabe cómo hacernos creer en lo que quiere y así nosotros compramos lo que “tenemos” que comprar libremente. Desafortunadamente, hoy también compramos una visión de la realidad, una filosofía de vida y un pensamiento funcional al poder del nuevo Dios. Durante años hemos obedecido diligentemente para no pensar con nuestra propia mente, no leer, estudiar e investigar para tener nuestra propia idea sobre cualquier tema; operaciones inútiles si hay un Dios que te dice cómo están las cosas, ¿por qué perder el tiempo pensando ,si existe la tecnociencia y su infalibilidad que hace que la del Papa de Roma sea ridícula?
Hoy todos buscamos cosas bellas o útiles que esta cuarentena mundial pueda ofrecernos; A la larga lista de cosas que estamos descubriendo mientras estamos en casa, añadiría esta posibilidad adicional: descubrir y conocer mejor al nuevo Dios que se manifiesta en toda su Gloria, que habla a través de sus profetas y sacerdotes. Humildes profetas y sacerdotes que declaran abiertamente que su omnipotencia necesita tiempo, que todavía no hay cura, que todavía no se puede producir una vacuna, que por ahora lo único que se puede hacer es seguir el antiguo remedio de la cuarentena. El Paraíso en sí mismo es un concepto futuro, por venir, como vacunas o nuevos tratamientos. Pero si respetamos los dictados de la verdadera religión algún día estaremos a salvo. Pero a condición de que no te atrevas a blasfemar: no salgas del coro y cree en la Verdad única de la tecnociencia.
En lo que a mí respecta, no tengo una nueva religión que ofrecer, no siento que pertenezco a la nueva religión ni a la antigua, y los gurús, de cualquier tipo, que ofrecen visiones salvadoras no me convencen.
Kant dijo que el ser humano alcanza su madurez solo cuando puede pensar con su propia cabeza: lo que significa no dar nada por sentado, no abrazar ninguna fe. “La fe -todavía nos dice el filósofo Severino “… ¿no es, a caso, el origen de la violencia?” Conocer, analizar, informarse, razonar y someter incluso la misma razón a un examen crítico (Crítica de la razón pura). Para mí es un camino. Pero las palabras de Sócrates también me hacen eco “¡lo único que sé es no saber!“.
Traduccion/editing: Elisenda Solis Barba