Las relaciones humanas conclusión

El descubrimiento del otro

“actúa de una manera en que tratas a la humanidad, tanto en tu propia persona como en la de todos los demás, siempre también como un fin y nunca simplemente como un medio.

Immanuel Kant

Esta es una de las formulaciones de la ética kantiana y es tremendamente actual. Está por descontado el recordar que la sociedad globalizada en la que vivimos considera al ser humano enmarcado y funcional para la máquina de producción / consumo, por lo que el hombre es visto como un medio al servicio del Dios Mercado y de la Virgen Tecnología.
Pero, ¿cómo están las cosas en nuestras relaciones? ¿Es el otro un medio o un fin?
Ya he dicho en la primera parte que si el otro es funcional solamente para hacerme sentir mejor de lo que creo, para satisfacer necesidades y llenar vacíos, el otro es un medio para mí.
Kant nos invita a razonar sobre el hecho de no considerarnos los unos a los otros solo como un medio sino también como un fin. Por lo tanto, “también” quiere decir que puede ser normal que un compañero, un amigo, un conocido,… satisfaga algunas de nuestras necesidades, por lo menos en un nivel emocional, pero puedo trascender este punto de vista interesado y considerar al otro por sí mismo, sin tener la función de ser útil a alguien o a algo, a mí mismo o a algún grupo social al que pertenecemos o, como hemos dicho antes, a la sociedad global. Es curioso que incluso en este caso el hecho de ver al otro como un medio me lleve de nuevo al hecho de que yo también me siento un “medio” para alcanzar un propósito ajeno a mi autenticidad y más bien vinculado a la idea negativa que tengo de mí mismo, a la que trato de todas las maneras posibles de oponerme, para ganar la estima y la consideración de los demás. Si usamos al otro como un “medio” o nos dejamos usar como un medio, estableceremos relaciones de dependencia que generan ilusiones, desilusiones, recriminaciones, culpa, sentimientos de culpa, etc. Todo ésto es contrario a la función principal que pueden tener las relaciones humanas, o sea, el ejercicio activo de la afectividad, del amor y, añadiría, el crecimiento de nuestra conciencia.
Cuando hablamos de la expansión de la conciencia, generalmente pensamos en un descubrimiento de algo nuevo que entra en nuestra conciencia, es decir, nos damos cuenta de ello y nuestra dimensión humana se hace más grande porque contiene más cosas, más conciencia de nuestras partes que estaban en la sombra, o de otra cosa que no soy yo: el otro por ejemplo.
En este sentido, la relación con el otro puede convertirse en un instrumento de expansión de nuestra conciencia puesto que el otro con su complejidad y su forma de ser diferente a la nuestra, es un territorio por explorar. El otro nos mostrará un universo que solo puede coincidir en parte con el nuestro, mientras que todo lo que no coincide con nosotros puede representar lo más interesante por descubrir, y esta diversidad del otro siempre nos enseñará algo humano que puedo hacer mío, aprender, o puede entrar en juego con nuestra manera diferente de encontrarnos en un diálogo, hecho no solo de palabras sino también de energía, sentimientos o pensamientos.
Y luego hay afectos, sentimientos. Qué mejor momento para crecer afectivamente que relacionándonos con los demás con interés, con el deseo de descubrir al otro y amarlo. Amar, desear el bien del otro, es un alimento indispensable para nuestra vida afectiva, que se nutre y crece con el ejercicio activo del amor. Sentir y manifestar amor nos llena de una mayor alegría que recibir solo amor. Y si el otro no cumple con nuestras expectativas o no es lo que nos gustaría que fuera … ¡mejor así! Es fácil amar a quienes nos gratifican o nos aman; pero el ejercicio activo de amar sin condiciones es un ejercicio maravilloso para descubrir nuestra autenticidad, lo que somos y, a menudo, no sabemos que somos: una inmensa capacidad para comprender, actuar, amar. El otro nos da la oportunidad de entender, de actuar, de amar.
Blay solía decir que deberíamos agradecer, más que a las personas que nos aman, a las personas que amamos porque nos ofrecen la oportunidad de sentir amor. Y es una gran alegría.